En medio del estallido social que sacude al país
desde hace 45 días, este jueves se registraron dos hechos significativos. De
manera sorpresiva y sin explicación alguna, el Comité Nacional de Paro
(CNP) suspendió la rueda de prensa en la que iba a informar qué pasos seguiría
en adelante, y casi al mismo tiempo se conoció un video en el que uno de sus
voceros explica que esto “es
de largo aliento” y con “miras a 2022”.
Los periodistas estaban citados para las 9 a. m. Previamente, algunos de los
integrantes del CNP —compuesto por organizaciones de sindicalistas, profesores,
estudiantes y campesinos, entre otras, las cuales han convocado las protestas
desde el 28 de abril— habían adelantado que pensaban cambiar de “táctica”.
Sin que ellos lo hayan aceptado, la decisión en ciernes puede tener que ver con
el evidente cansancio en varios sectores sociales por las afectaciones del
paro. El ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, estima en 484.000 millones
de pesos diarios lo que pierde el país.
En cuanto al costo en vidas, Human Rights Watch documentó 34 muertes en el
contexto de las protestas, de las cuales al menos 20 “parecen haber muerto a
manos de policías”.
Solo en Bogotá, las acciones vandálicas han afectado una tercera parte del
sistema TransMilenio: 891 de los 2.347 buses troncales sufrieron daños. Según
estimativos optimistas, su recuperación plena tardará 6 meses. Algo muy similar
ocurre con el MÍO en Cali.
Las movilizaciones, que en un principio fueron multitudinarias, han venido
perdiendo peso. De hecho, lo que el CNP llamó “la toma de Bogotá”, el
miércoles, se redujo a 3.000 manifestantes.
Ante toda esta realidad, en el CNP había un ala que impulsaba la idea de hacer
una pausa para reflexionar sobre el camino por tomar. Sin embargo, tras la
cancelación de la rueda de prensa vino la incertidumbre.
Horas después se conoció un video grabado el miércoles en el que Nelson
Alarcón, vocero de la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), uno
de los estamentos de mayor capacidad de movilización dentro del Comité, habla
con personas de su gremio que le preguntaron cómo le había ido en la reunión
con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Y aunque Fecode ha señalado que la movilización no tiene fines políticos, esta declaración, de uno de sus principales líderes, sí parece abrir esa puerta: “Aquí tenemos que robustecer el movimiento. Esto es de largo aliento, esto es para llegar con miras a 2022 y seguir mucho más allá, para derrotar al Centro Democrático, para derrotar a la ultraderecha y llegar al poder en 2022. Eso es de largo aliento y entonces tenemos que cambiar la táctica. Y frente a esto hay posibilidades, por supuesto, de cambiarla desde los maestros”, dijo Alarcón.
Al ser preguntado Óscar Gutiérrez, de Dignidad Agropecuaria, si las nuevas tácticas que evalúan, como los eventos virtuales y asambleas para explicar en qué consiste el pliego de emergencia, son parte de una estrategia política. Ante ello aseguró que es una “lucha política no partidista”. Y agregó que un cambio de estrategias “puede ayudar a que se acaben los pleitos entre policías y manifestantes”.
Para Guillermo Henao, politólogo de la Universidad Nacional, es normal que en la última convocatoria bajara la afluencia, por el “desgaste en el discurso de los que se han denominado líderes del movimiento”, que influye en que los ciudadanos empiecen a “desactivarse”. Y, precisamente por ello, los sindicalistas están buscando nuevas estrategias.
“Es importante un cambio en la estrategia de quienes se manifiestan, porque mantener en el largo plazo una movilización de esta naturaleza tiene costos para sus protagonistas, en términos de desgaste. Y se suma que tienen recursos limitados”, asegura Angélica Bernal, analista política y docente universitaria.
Para Bernal, las nuevas tácticas que se conocerían este viernes no implican que ya no sea importante que el CNP continúe en un diálogo con el Gobierno Nacional.
“Ambos han asumido posiciones de fuerza donde han venido desgastándose (…) y exigiéndose cosas que la contraparte no puede hacer”, afirma Juan Carlos Guerrero, director del Observatorio de Redes y Acción Colectiva de la Universidad del Rosario.
Tomado El Tiempo